Cotoperí
Una mujer es siempre un fruto por dentro.
Si puede crecer se eleva e inevitablemente da sombra.
Fija, contumaz, enhiesta o comba, heredera de los nadie,
esta mujer creció como pudo y sigue creciendo.
Hacia abajo crece. Hacia arriba crece.
Hacia su interior se expande como en una dimensión ciega y silente.
Afuera, alguien la trepa. Algo hiende su carne.
Le arrebatan trozos, ramas, nidos. Todo en ella es de provecho.
Esta mujer es profunda herida que duele.
Pero admira la pirueta del ave. Sueña que será vuelo.
Entonces no tendrá pies de pantano, no estará hundida,
una parte de sí bajo tierra, sumergida entre larvas.
Condenada a hacer mutis desea cantar.
Porque cantar es decir y lo que tiene por decir pesa
como un gran sombrero verde, cargado de lluvia.